Arquetipos

[section_tc section_title=’EL ARQUETIPO DEL GUERRERO’ bg_image=’http://elguerrerosabio.es/wp-content/uploads/2016/04/Samurai-a-caballo-Semitransparente.jpg’ bg_image_size=’cover’ bg_image_position=’center bottom’ parallax=’0.2′ section_id=’elguerrero’][column_tc span=’12’][text_tc timing=’linear’ trigger_pt=’0′ duration=’1000′ delay=’0′ class=’colornegro’]

El arquetipo del guerrero lo he usado porque me he sentido muy identificado con él durante toda mi vida, y por ello he practicado algo de Karate y otras disciplinas, pero la principal ha sido el Aikido. El Guerrero es aquel que personifica cualidades como el poder, la disciplina, la fortaleza, la robustez, la resiliencia, el coraje, la intrepidez, la energía, el actuar, el honor, un código moral, y tradicionalmente sirve al Rey o a un Señor.

El guerrero idealmente sirve al corazón, es decir, un propósito elevado conectado con lo que realmente quiere hacer; por tanto su poder está al servicio del corazón y no desde el autoritarismo, la agresividad, la violencia, la ciega ambición, que sería el lado sombra de este arquetipo. Usa la espada que “da la vida” y no la espada “que la quita”. Se llama la espada de la Sabiduría pues corta de una forma sutil los velos de la ignorancia o puntos de vista erróneos propios o de los demás, esta espada resplandece cuando el guerrero está en contacto con el Sabio.

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«Un guerrero toma para sí mismo la responsabilidad de sus actos y pone su poder al servicio del amor«[br_tc]Ton Van der Kroon en El Retorno del Rey.

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Todos tenemos este arquetipo incorporado en nuestro funcionar del día a día; se puede manifestar ante situaciones desafiantes, conflictivas, retadoras, que nos sacan de nuestra zona de confort; en el trabajo, en ejecutivos, en estudiantes ante exámenes, en el mundo militar, en contextos competitivos como el deporte, etc.

El guerrero en su forma deformada, es aquella persona desconectada de su corazón que actúa de forma ciega, desconectada de su propósito, de su responsabilidad personal. Es el soldado que no se pregunta para qué, sino que simplemente sigue las órdenes de los demás, es el trabajador o ejecutivo que no piensan por sí mismos, que siguen la inercia de las cosas. Otra forma deformada es cuando las emociones se apoderan del guerrero y en lugar de elegir una respuesta ante un conflicto, simplemente reacciona «lanzando flechas» a los demás, ventilando su agresividad, contraatacando. El guerrero deformado también puede tener la ambición de status, de vencer no teniendo en cuenta a los demás, la reputación, y en el fondo de esto nos encontramos al ego manifestado por una inseguridad, creyendo que puede alcanzar una seguridad permanente, lucha por ella, esta es una forma de actuar por miedo, por ansiedad, es decir por las razones equivocadas. El guerrero pues, ha de hacer lo máximo por conectar consigo mismo y con su Sabio interior.

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Uno puede tener grandes cualidades y logros como las de un guerrero pero eso no es suficiente, las acciones tienen que ser sabias por decirlo de alguna manera, uno puede ser muy hábil en algo o tener mucho poder, pero luego hacer un uso torpe de ello.

El Sabio es el arquetipo que personifica cualidades como consciencia, inteligencia, sabiduría (lo que parte de la experiencia directa), autoconocimiento, claridad, perspectiva, y sirve a ideales altos como los de ir más allá de las barreras del ego. Actúa no solo para el beneficio de sí mismo sino para también el beneficio más elevado de los demás, porque él sabe lo que es lo bello, lo bueno, lo que tiene realmente valor, conoce la verdadera ética, ya sabe discriminarla con respecto a la ética convencional.

El Sabio no tiene miedo o ansiedad sobre el futuro. No actúa desde esa ansiedad si no desde su comprensión profunda de la vida de que el momento presente es lo único que hay y es el mejor sitio donde estar; el Sabio es capaz de reconocer y permanecer en un estado de belleza del momento presente, no sintiéndose separado de nada sino conectado con todo. Éste es el ideal del Sabio.

Hoy en día, en occidente, tristemente el arquetipo del Sabio no se reconoce en ninguna figura bien definida, a diferencia de otras culturas, donde podemos encontrar por ejemplo a figuras espirituales respetadas en la India: Yogis, Sadhus, Siddhas; a los Chamanes de Siberia, a los Taitas de la Amazonía, etc. Afortunadamente una nueva conciencia está surgiendo poco a poco en occidente y así estamos empezando a reconocer y valorar la Sabiduría en personas que han recorrido un largo camino en uno u otro sendero de desarrollo de la conciencia. Podemos aquí encontrar este arquetipo en cierto grado en catedráticos o profesores experimentados, en líderes retirados y que se dedican a asesorar, en, podríamos decir, que los ancianos en ciertos aspectos de la vida son Sabios, en personas que se dedican a una vida de servicio y que han hecho un largo viaje en su camino de desarrollo interior, o en personas experimentadas retiradas del mundanal ruido para la contemplación.

Uno se acerca al arquetipo del Sabio cuando se para a reflexionar con honestidad, cuando practica meditación, cuando estudia y pone en práctica lo estudiado, cuando cuestiona contrastando enseñanzas con su propia experiencia, cuando busca y actúa desde la integridad, el sentido común y de una forma no egoísta, cuando se pone en situaciones de silencio y lo disfruta. Cuando se refrena cuando hay que refrenarse y es capaz de elegir la mejor acción del momento.

Hoy en día, para algunas personas puede ser difícil el conectar con su Sabio interior, la vida moderna puede hacernos estar muy ocupados y/o exigir mucho tiempo y energía de nosotros, en busca de una economía y seguridad puede que el stress y el rápido estilo de vida se nos apodere, y anhelamos sentirnos bien, buscamos pues estimulación y sentirnos vivos. Lo que puede ocurrir es que en esa búsqueda bombardeamos nuestros sentidos con la oferta de entretenimiento: internet, televisión, móvil, videojuegos, etc. Nada malo intrínseco en ello pero después de la satisfacción temporal seguimos desconectados de nuestro yo más profundo, con nuestra conexión más anhelada con nosotros mismos y lo que nos rodea, y eso es un alto precio a pagar realmente. El Sabio reconoce todo esto.

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El guerrero en su carrera, al final, se dirige a desarrollar las cualidades del Sabio para ser un guerrero completo, un auténtico guerrero, aquel que no tiene que conquistar a ningún enemigo sino que entiende que únicamente tiene que conquistarse a sí mismo, un guerrero pacífico pues siendo consciente de las consecuencias, sabe cual es la mejor acción o decisión en cualquier situación; es un guerrero que sirve a sí mismo y a los demás sea quien sea; un guerrero consciente pues, sabe donde y cómo poner su energía para el máximo beneficio; un guerrero que se autocontrola pues sabe sus puntos fuertes y débiles; un guerrero que actúa con la perspectiva de la importancia de la simplicidad y priorizando así su vida. Sabe por lo que luchar y cómo hacerlo, sabe cuál es su camino en su vida, distinguiéndolo de caminos que son de otros o caminos “impuestos” por la sociedad o los padres. Y al final: es un guerrero que realmente ya no lucha sino que comprende el cómo fluir con la vida; así pues el guerrero Sabio realiza la acción que es la no-acción, la acción espontánea viniendo desde el corazón y desde el realmente estar en el momento presente.

El guerrero sabe entonces como reconectarse, recordarse a sí mismo, ¿os suena? Parece que la tendencia del ser humano es olvidarse, olvidar lo esencial, la parte bella, sabia de nosotros mismos, y aprender a recordarla y a mantenerla es una de las tareas principales del guerrero Sabio.

Entonces, para llegar a ser un Sabio se necesita pasar por el arquetipo del guerrero, y así ir ganando experiencia. En este sendero también es importante, aunque sé que hay mucho individualismo y recelo aquí en occidente, el ser receptivo a mentores Sabios que ya han pasado por ese camino, ellos quizás ven lo que tu todavía no puedes ver, fomentan lo mejor de ti, te ayudan a sacar lo mejor de ti, no te dicen lo que tienes que hacer sino que activan tu responsabilidad personal en el hacer para tu propio bien, y te impulsan en el autodescubrimiento.

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